La travesía comenzó con entusiasmo y alegría, luego de una larga y ceremoniosa despedida de nuestro querido amigo Luchín y su familia. De hecho, nos acompañaron pedaleando hasta las afueras de Trujillo, aunque a Aracely casi le sucede lo que a algunos de nosotros nos sucedió poco después.
Del primer día no hay mucho que decir. Salimos tarde (muy tarde: 12h00 pm) y tuvimos que apretar el paso para poder completar la etapa planificada para ese día. Dormimos en la cancha de fútbol de la estación de la Policía de Carreteras de un pueblo de nombre muy sugerente: CHAO. Y con ello, chao a la Costa. Al día siguiente abandonamos la panamericana y nos adentramos (desnudos y morseando como siempre) por un desolado camino que nos llevaría al no menos desolado pueblo de Tanguche, desde el cual seguiríamos río arriba el cauce del río Santa.
La cosa es que, cuando todos disfrutábamos de un relajado y reparador almuerzo en compañía de una muy amable familia del pueblo de Tanguche, Juan Fernando continuaba pedaleando, calcinándose bajo un sol de 40 grados centígrados, 15 kilómetros más adelante. Para cuando se dio cuenta de su lamentable error, era ya demasiado tarde. Aunque trató de reparar su ganzada retornando al pueblo para alimentarse e hidratarse y luego continuar con el viaje, su cuerpo había sido ya invadido por los nefastos efectos del SHOCK TÉRMICO (según sus propias palabras).
Finalmente, cuando todo anunciaba una noche fatídica de hambre, poca agua, mucha suciedad y sueño a la interperie, apareció un milagro: el campamento de una micro-central hidroeléctrica del proyecto Chavimochic, que brinda energía y agua a una amplia zona del norte peruano. Los amables técnicos del campamento nos acogieron de una manera casi paternal, y hasta nos regalaron algo de comida para aliviar nuestro voraces estómagos.
Ya limpios y bien comidos, el siguiente día lo emprendimos bien temprano con el objetivo de esquivar a nuestro "pana de aventuras": el ASTRO REY. Seguimos junto al río Santa (al cual no abandonaríamos hasta 5 días después) hasta el pequeño poblado de Chuquicara, donde nos recibió un suculento desayuno al son de Segundo Rosero, también famoso por estas tierras peruanas.
Ya limpios y bien comidos, el siguiente día lo emprendimos bien temprano con el objetivo de esquivar a nuestro "pana de aventuras": el ASTRO REY. Seguimos junto al río Santa (al cual no abandonaríamos hasta 5 días después) hasta el pequeño poblado de Chuquicara, donde nos recibió un suculento desayuno al son de Segundo Rosero, también famoso por estas tierras peruanas.
Nadie pensó que poco después de pasar este poblado, luego de tomar un desvío para continuar por un lastrado muy duro y de piedra grande y suelta, el paisaje cambiaría drásticamente convirtiéndose en un impresionante cañón de enormes paredes de piedra, gigantes murallones y profundos abismos que atestiguaban nuestro sufrimiento y reafirmaban el sentimiento de insignificancia que íbamos cargando.
Este cañón es básicamente una inmensa quebradura de las montañas por donde se descuelga el río Santa, que viene desde los páramos del sur de la Cordillera Blanca, atravesando todo el Callejón de Huaylas en dirección norte y luego descendiendo abruptamente hacia la Costa, para desembocar en el Océano Pacífico cerca de Chimbote. No sabemos a quién o cuándo se le ocurrió hacer una carretera en ese despeñadero, pues no creo que ni una cabra podría deambular por tan tremendo encañondado. Sin embargo, un no tan pequeño camino va ascendiendo anclado en la pared sur del cañón, atravesando la roca con más de 40 túneles y bordeando los desfiladeros como si no fueran abismos imposibles.
OJO: No se debe comer ají peruano sin supervisión médica.
Fíjense en esas caras llenas de descanso.
Ya desde aquí hemos empezado a ver los grandes nevados de la Cordillera Blanca, entre ellos, los Huandoy, el Huascarán (el monte más alto del Perú) y un montón de los que no sabemos los nombres. El clima no nos ha dejado verlos en todo su esplendor, pero tranquilos, que para el próximo capítulo les vamos a dar gusto con paisajes de páramo, nevados asombrosos, mucho frío y demás.
Por ahora los dejamos con una revelación que terminó con el Proyecto Morsa. Este guaso asomó en una vitrina de Huaraz y nos dejó muy en claro quién es el rey. No podemos más que rendirle tributo y dejarnos de huevadas. Jamás seremos como él.
En Huaraz, donde este post debió haber sido publicado, llegamos a una altura de 3.050 msnm, luego de haber seguido el curso del río Santa por 4 días y haber cumplido por primera vez un ascenso a la Sierra desde el nivel del mar.
1.777 km recorridos.
Huallanca (otra, no la del departamento de Ancash), 15 de febrero de 2008
5 comentarios:
Ese rey es todo un modelo a seguir
representtt!! saludos profesoradooo, que sacadera de chiu pero que del putas cabrotes.
comeran aji como varones no haran quedar mal.
obedece a la morsa!!!
saludos
el pichu
Viajesaso, saludos a todos, un gusto verlos tantos años despues aunque sea en fotos. Da envidia una ruta tan chevere, de verdad.
Cuidense y que les rinda
Alfonso
jajaja que a sido Jose!!! casi te nos mueres... y esa foto de lejos esta de lujo pana!!
Chuzo delen no mas con ánimos y que bakan travesia se les admira y envidia pedaleros.
Un abrazo desde Ecuador
Males
hola amigos,
ric los felicita por su excursión.
-fue una carrera contra el tiempo
-
-machu pichu o el pichu del macho
-lo onda no es llegar sino conseguir patrocinadores
-se encontraron algunos pingüinos?
-este reportaje se lo tienen que vender a national geographic
-en las fotos, de pelos, se ven sonrisas de puros triunfadores
-falta la crónica de regreso.
-la naturaleza les salió al encuentro
-la fe mueve montañas
-sus raíces están en las montañas que recorrieron
-padrísima la caverna
-mi bici de jardinero, llegaría hasta allá?
-se llevaron una pc portátil?
-es cierto lo del mal de montaña?
son traicioneras?
-y la protección solar?
felicidades por su travesía en ruedas.
abur
Publicar un comentario