lunes, 18 de febrero de 2008

Good after love o "el arte de la bajada"

De Huaraz hacia lo profundo de la Sierra del Perú, los cinco aguerridos, audaces, valientes, emprendedores, carismáticos, entusiastas, alegres, optimistas, bailadores y muy pero muy habladores aventureros que conformamos hoy por hoy Sudamérica a pedal hemos recibido finalmente el bautizo de hielo de los altos páramos de los Andes.

Poco después de abandonar la capital del departamento de Ancash, mientras ascendíamos lenta y reflexivamente hacia las alturas donde nace el Callejón de Huaylas, fuimos ya sintiendo cómo el frío y la altitud empezaban a empañar nuestros fervorosos ánimos bajo un velo de escepticismo y preocupación. Nuestros joviales rostros tornáronse en amargas muecas de dolor y angusita.

Si no lo creen, mírenlo:

Bueeeeeno... La verdad es que el Marito Esteban, también conocido como "el retobado de Huaylas", no estuvo muy contento con la comida china que cenamos en Huaraz, por lo que decidió expresar su descontento por el traste, o sea, con varios días de flojera, caras largas, frecuentes visitas al baño, sueños rotos y ciertos aromas con sabor a resignación. El Jose se unió a la protesta, pero el asunto no llegó a mayores y en un par de días ya ambos pedaleaban tranquilos y sin dejar estela aromática alguna.

En la ruta atravesamos varias comunidades campesinas, con cuya gente tuvimos la oportunidad de hablar en varias ocasiones. Política, dinero, migración, trabajo: los temas que aquejan al Perú son los mismos que nos aquejan a los ecuatorianos, y es sorprendente lo parecidos que somos a ambos lados de la frontera. Claro que también hemos detectado algunas diferencias. Tranquilas muchachas: a los peruanos no solamente les goleamos en el fútbol, también les damos de largo en curvas, y no precisamente de la carretera. Hasta ahora pocas son las que nos han hecho torcer el cuello, y andamos ya extrañando la tortícolis con la que vivimos en Quito, y la rehabilitación cervical que tuvimos que automedicarnos luego de pasar por Machala.

De todas formas, la región a la que estábamos por ingresar no tenía casi ninguna presencia humana. Solamente los dioses de los pajonales, los vientos y los hielos nos acopañaron durante nuestro ascenso a Yanashallash, un paso en lo alto de la Cordillera Blanca, entre el famoso nevado Pastoruri y otros no tan famosos como los que no les mencionamos porque no tenemos idea de los nombres.

Poco antes de aventurarnos en ese temible paso de la altura, tuvimos un agradable encuentro con José, un guardián del puesto de control de Carpa, a la entrada del Parque Nacional Huascarán. Él nos cedió un pequeño cuarto de la estación para que pasemos la noche antes del "día de la bestia", pero de la bestia de subida. También compartió con nosotros algo de su comida y su cultura. Comimos pan con jamón, café y té calientes (una bendición en ese frío), y hasta jugamos la versión peruana del 21.

La cosa se fue poniendo más candente cuando nuestro anfitrión empezó a mezclar hierbas de páramo con un buen guaspete de algo así como 60 grados. Añádanle a eso algo de azúcar y un set de apuestas bastante ambicioso con pepas de fréjol y ya podrán imaginarse la que estuvo a punto de armarse. Sin embargo, el Jose (no el José, sino el Jose Loza), demostró su adicción y talento por los juegos de azar y en poco tiempo se proclamó campeón invicto, dejando en la quiebra a todos los demás jugadores y arruinando prematuramente la fiesta que parecía armarse.

Todo esto sucedía a los 4.130 metros de altura, al 5 día de ascenso desde que habíamos dejado la carretera panamericana en la costa.

La verdadera razón por la que nuestra noche no se alargó demasiado fue que todos sabíamos bien a lo que teníamos que enfrentarnos el siguiente día: atravesar el helado páramo del Pastoruri hasta alcanzar los 4.825 metros sobre el nivel del mar, congelarnos hasta el alma bajo una tenue ventisca de nieve, acabar con nuestras provisiones de alimentos, pedir perdón hasta a las piedras del camino y luego descender maltrechos, por una carretera serpenteante, hasta el campamento minero de Huanzalá y la ciudad de Huallanca ("espina" en quechua, según nos han dicho).

En pleno páramo, el Juan Fer encontró una peculiar planta (la "puya") que llamó su atención y ante la cual no pudo resistir el deseo de ir corriendo a sujetarla. No sabemos por qué...

Desde Carpa a Yanashallash recorrimos 36 kilómetros en un camino de lastre bastante húmedo, pedregoso y sinuoso. Quizá solo la impactante belleza del paisaje glaciar nos permitió distraernos lo suficiente para no tomar en cuenta muy seriamente la tremenda dificultad del reto y así poder superarlo. Para todos resultó en extremo difícil atravesar la cordillera y para todos fue un récord. Seguro que ese día quedará por siempre grabado en nuestros corazones... y en algunas otras partes de nuestro cuerpo.


Finalmente lo logramos y llegamos a dormir en el pueblo de Huallanca, donde nos recibieron en la Comisaría de la Policía Nacional del Perú. Recobramos fuerzas con una buena merienda y una necesaria ducha.

Decimos "necesaria" porque saliendo de Huallanca nos enteramos que el resto del camino era de lodo, y al poco rato nos enmugrecimos como en nuestros mejores días de jardín: tierra, moco y barro a cucharadas.

Ya pueden apreciar las caras de alegría con las que íbamos bajando por un nuevo cañón. Pero no solo el barro nos tenía malgenios, también los contínuos saludos que la gente nos profería por doquier. "Hey, gringo, dame plata!".... "Gringo mudo, good after love"... "Velo al gringo, di dunde vienes?" "Puro bicicleta?... A su maaadre!" Parece que no hay quien nos quite la facha de gringos. Otra prueba más del rotundo fracaso del Proyecto Morsa.

En algún momento del camino se nos ocurrió que hacer "tandem" nos daría más potencia para resistir los golpes de la bajada. Sin embargo, la idea no prosperó (como se puede apreciar en la gráfica adjunta) debido a la protesta generalizada y las miradas atónitas de los lugareños ante los grotescos bailes que el extraño grupo de "gringos" trataba de realizar.

A continuación, naturaleza viva: "Gringo mudo con nativo y pintoresco paisaje bucólico del departamento de Huánuco". Premio al primer comment que adivine quién es el gringo, quién es el nativo y quién es lobo disfrazado de oveja.

Esa noche no nos tocó más que dormir en el pequeño caserío de Acobamba. Andábamos de gala (con las bolas de corbata), ya que un policía limeño que encontramos en la ruta nos había advertido con severas sentencias acerca de lo peligroso del camino hacia Chavinillo, que era nuestro destino oficial de aquel día, y a donde debíamos ascender siguiendo el cañón del río Maráñón. Sí señores: el mismo que moja y corre, y que (mucho más al norte) en el imaginario del Ecuador forma parte de un pintoresco y ahora absurdo lema: "Tumbes, Marañón o la guerra!". Quién creyera que andamos cumpliendo el sueño de nuestros abuelos sin necesidad de dar bala a nadie.

No sabemos a qué viene la siguiente foto, pero está linda con sus flores en la cabeza y resulta extraña junto a ese loro del trópico.

No, mentira. Naturaleza viva 2: "Campesina tradicional con alegoría de sueño tropical y perico". Común escena pastoril de la vida en la región de los cerros de Huánuco. (Atención al exquisito detalle del sombrero).

Con este tipo de cuadros a nuestro alrededor fuimos cumpliendo un nuevo ascenso, esta vez hasta "la Corona del Inca", un peñón de roca en la punta del cerro tras el cual debíamos realizar una demencial bajada a la capital del departamento.

Cerca de la punta, felices por estar a punto de cumplir otro día de nuestro viaje, no imaginábamos lo que se venía para llegar a la ciudad de Huánuco. Cerca de 60 kilómetros de pura bajada, pero de la peor calaña que hemos conocido: barro, piedrototas sueltas, precipicios de miedo, curvas cerradas, perros, perros y más perros infelices que se lanzaban a morder piernas y alforjas en cada esquina... etc. Casi sufrimos una baja cuando un avezado can empujó a Juan Fernando y le hizo atragantarse de fango.

No quedó mucho de nosotros luego de ese terrible abismo, pero logramos lo previsto. Ahora descansamos merecidamente en Huánuco, un alejado rincón de la sierra peruana, anclada entre la selva y los Andes, a 1.910 metros de altura.

Nos espera un nuevo ascenso en este interminable subi-baja de las montañas: dos días hacia Cerro de Pasco, a 4.330 msnm.

2.064 kilómetros recorridos.

Huánuco, lunes 18 de febrero de 2008.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Se pasaron con el post! Por acá tienen un club de fans que espera con ansias y algo de morbo, al puro estilo de los reality shows, nuevos detalles de la aventura!

Saludos desde Quito en especial pal Jose. Por acá todos me piden que te mande saludos! No se por qué tanta timidez... nadie se anima a escribir directamente sus saludos en el blog y me tienen de recadera jaja...

Gaby V.

Anónimo dijo...

Estan buenas las cronicas, quien sabe si algun dia cercano, las fotos que estan tomando, y los textos escritos, son publicados en un libro. Seria una buena forma de coronar el viaje, pero aun falta para eso, ahora es tiempo de pedalear.

Les deseo mucha suerte.

Pablo del Perú.

F dijo...

saquenle la cara de guagua al kangá! huahuaaaAAA

Carla dijo...

Chicos ahora si que les toco literalmente morder polvo bueno lodo seria en este caso, pero bueno luego se sentiran bien al recordarlo jeje. Duro pedal sigan muchachos que todo siga sobre ruedas.

saluditos especialmente para ti mi Andre abracitos.

Carla desde Suiza

Anónimo dijo...

recien vengo a descubrir este blog!! q bien q todo avance sin problema en el trip!
gran corte de pelo el del guabas jaja! q buena mano de la q te corto ja! un saludo desde bogota!
suerte

Anónimo dijo...

QUE A LOS BESTIA esta de max su blog panitas recien hoy lo leo por primera vez...! me he quedado horas en este cafe net cagandome de la risa de las estupideces que cuentan y de las fotos... ESA ES! full pesimidad como de la golden age de celebrizando, diga!
Vamo ahi panitas!!! sigan pedaleando, escribiendo y embruteciendose con licor internacional, toca CATAR el alcohol en carne propia, lista de top ten, etc. besitos para my only guañuz y cubitas the best!
Y QUE VIVA THE MORZA'S CREW!!!!!!!!

Amarantita loves u

cagamànecs dijo...

Hola Mario,
me acaban de notificar que te podía encontrar por acá. Soy Agnès, una vez estuviste en mi casa en Barcelona, no sé si te acordás. Es increíble, porque justo hace un mes estuve en Tiwanacu y acabo de ver su foto. Ahora estoy cerca de Córdoba en Argentina, en casa de Diego Vergelín y Núria. Si querés, podés ver mi blog (www.orifany.blogspot.com). ¡¡¡A ver si dicen cuando van a llegar a Mendoza y los paso a recibir!!!

navi dijo...

mono conchatumare para eso vienes al peru para criticar a su gente hijoe puta mal parido,como si ustedes no tuvieran indigenas