domingo, 24 de febrero de 2008

El país de la fantasía

Ahora sí que nos metimos en la mismísima dimensión desconocida. Las barreras entre la realidad y la fantasía se han vuelto difusas en estos últimos 5 días. Pensábamos que el Perú era grande y agreste, pero nunca imaginamos las extrañas imágenes que puede producir la combinación del "progreso" a la sudamericana y los hermosos paisajes andinos.

Poco después de salir de Huánuco nos dimos de geta con la primera sorpresa de esta intensa etapa: un bloqueo nacional organizado por los campesinos, especialmente por los agricultores dedicados a la papa. Resulta que la situación es crítica. Mientras un quintal de abono llega a costar entre 120 y 150 soles (unos 45 dólares), el kilo de papa se vende apenas a 30 céntimos de sol (algo así como 10 centavos de dólar!!). Barato, no?

Ante esta insostenible realidad, los agricultores optaron por lo mismo por lo que solemos optar en el Ecuador en estos casos: hacernos los cojudos y organizar un paro. Pero así como el Perú es inmenso comparado con nuestro país, los bloqueos también lo son comparados con nuestras huelgas. Más de 45 kilómetros de rocas y vegetación arrojados en la carretera bloqueaban el paso de miles de camiones y buses que bien subían del Oriente a la Sierra para luego llegar a Lima o viceversa.

Y bueno. Nosotros hicimos lo que cualquiera hubiese hecho: PLEGAMOS AL PARO.

Para atravesar el bloqueo tuvimos que realizar varias negociaciones con campesinos enardecidos que no paraban de arrojar inmensas rocas desde las peñas circundantes al tiempo que gritaban: "Pasa rápido, gringo mudo!"... "Déjanos a la gringa!"... "Cuatro huevones para una gringa!"... etc.

Eso de fungir como gremio ciclístico en pie de lucha nos retrasó un tanto, pero eso no nos detuvo y logramos cumplir la etapa hasta la pequeña ciudad de Huariaca, en donde fuimos recibidos gentilemente por el profesor John Jaime, presidente de la Junta Parroquial. En la siguiente gráfica se puede apreciar los rostros de satisfacción ante el suculento caldo de pollo que nos alimentó aquel día.

Las vicisitudes del bloqueo y las intensas negociaciones con los sublevados parece que terminaron por agotar el respetable temple deportivo de Miss Deportes (la Andre), por lo que, al siguiente día, alegando "stress deportivo" y "tensión muscular" (lindo eufemismo técnico para no más decir "ya no doy", de la misma calaña que "shock térmico"), la aludida no tuvo empacho en subirse a una camioneta y evitar la terrible etapa del ascenso a Cerro de Pasco, a más de 4.300 msnm.

Ah, Joselito "el comedido" Loza tampoco tuvo empacho en demostrar su caballerosidad y trepar raudo a la camioneta al son de "no vale que se vaya sola"... En fin: ese día, solamente tres jaguares continuamos las aventuras hacia la temible capital del departamento de Pasco, "tierra de machos, no de muchos", según rezaba un cartel a la mismísima entrada de la ciudad.

La subida, además de interminable (ese día ascendimos casi 1.500 metros) y desoxigenada, estuvo salpicada de intermitentes y heladas lluvias parameras, lo suficientes como para destemplar el firme temple de Turrón, Nene y Gordo (adivinen los personajes), los tres tigres que ascendían congelados hacia el páramo.

Para empeorar las ya difíciles condiciones, a la entrada de Cerro nos asaltó un fuerte aguacero asesino e hipotérmico que casi casi nos hizo atravesar los umbrales del más allá. Dejándose de chistes: ACHACHAY. Aún tenemos pedacitos del alma que siguen congelados.

Una vez más, nuestros salvadores bomberos nos resucitaron. El benemérito y cosmopolita cuerpo de bomberos de Cerro de Pasco nos abrió sus puertas para que pasemos una fría noche bajo su amparo.

Mientras tanto, la ex Miss Deportes y el avispado Loza nos esperaban en Colquijirca, a pocos kilómetros de Cerro. El plan era despertarse temprano y darles encuentro en ese pueblo para luego continuar hacia el sur todos juntos. Nadie nos avisó que el día habría de comenzar en una intensa nevada que nos tuvo prisioneros en Cerro hasta más del medio día.

Hasta los sueños estuvieron dementes en esa rara ciudad de locos. A la tremenda altura en que se halla, Cerro de Pasco mantiene viva una historia que se remonta a la época del auge minero americano. Desparramada alrededor de un inmenso tajo minero de casi 2 kilómetros de diámetro y unos 700 metros de profundidad del cual se extraen toneladas de minerales desde mucho antes de que el Perú exista como tal, Cerro de Pasco es el corazón minero del país y muy posiblemente el motor de la economía peruana.

Pero como el "progreso" cuesta, el crecimiento de la mina está comiéndose poco a poco la ciudad. Poco queda del antiguo centro histórico y las opulentas residencias coloniales de esta "villa real de minas". La plaza de armas ha tenido que moverse en varias ocasiones y las explosiones producto de la explotación son pan de todos los días para los cerreños. Esta ciudad sin ancianos -pues nadie puede vivir mucho a esta altitud y con este clima- es también un foco de contaminación de todos los ríos que nacen en esta zona de los Andes.

Sin decir más, esta ciudad es la que más nos ha impresionado de todas las que hemos conocido en nuestro trayecto.

Salir de Cerro fue tan problemático como entrar. La nevada dejó un charco brumoso por el que tuvimos que ciclear al menos por unos 10 kilómetros. Lodo, agua en todas sus presentaciones, nieve y bruma nos acompañaron a través de un páramo que más nos hacía pensar en las estepas siberianas que en los Andes peruanos.

Tampoco es para que se preocupen. Pese a la hostilidad del clima, en Cerro también hay lugar para el amor:

Naturaleza viva 3: "Fire on Ice. Acaramelados camélidos sudamericanos yacen en escena erótica al calor de la lid sobre fondo melacólico de blanca pureza".

Ese día avanzamos poco a causa de la nieve mañanera y la lluvia vespertina. Terminamos por dormir en la comisaría de un pueblo a la vera de la carretera: Carhuamayo, en donde la famosa maca (nutritivo tubérculo andino muy popular por estos lares), brota generosa de la pampa.

Los fríos páramos dieron paso a la inmensa y muy agradable "Meseta de Bombón" (ya se imaginarán la alharaca que cierto personaje hizo en relación a tal nombre), por la que estuvimos pedaleando los siguientes dos días, de nuevo reunidos con todo el grupo. Esta meseta, además de albergar a la última población de las aves acuáticas conocidas como los zambullidores de Junín (apenas quedan unos 250 de ellos) en un humedal de importancia, fue el escenario de la famosa batalla que Bolívar y su combo dirigieron en contra del último ejército realista que dominaba la sierra peruana.

Entre los vestigios que encontramos de tan feroz batalla fue una masa informe de cuerpos carcomidos al son de la derrota: "los perdedores de Junín".

Por otro lado, y en glorioso contraste, a pocos metros se alineaban, valerosas y ufanas, las bizarras huestes de los vencedores, con obelisco y todo.

No había mucho tiempo para detenerse en contemplaciones. Ese día debíamos avanzar hasta otro pueblo salido de un cuento de horror: La Oroya. Fundada y apilada en los empinados y inhertes cañones que el río Mantaro forma poco después de su nacimiento, esta ciudad se cuelga y descuelga en torno a una inmensa fábrica en donde se procesan y funden todos los minerales que se extraen del sector de Cerro.

Difícil entender cómo es que alguien puede vivir con este entorno, pero ya sabemos que por la plata baila el mono y parece que esto de la minería sí rinde, lo cual explicaría la existencia de una ciudad como Cerro.


Antes de llegar a La Oroya "el adelantado" hizo otra de las suyas. Mientras el grupo paraba para calentarse los huesos luego de una fría lluvia, Joselito despistó a sus amigos y aprovechó para rebasarlos sigilosamente oculto detrás de un camión, sin parar hasta llegar al destino de ese día. Resulta, sin embargo, que él no se había percatado de tal incidente, y juraba que el resto estaba ya esperando en La Oroya. Cuando llegó a la ciudad, cansado, solo y torturado por el frío, no pudo sino alojarse en un hotel, mientras sus desesperados amigos lo seguían esperando comiendo papa horneada y tomando agua de manzanilla.

El asunto no llegó a mayores, pero esa noche Jose tuvo que dormir separado del resto, castigado con ducha caliente y televisión por cable.

Agotados por la lluvia y con 100 kilómetros a cuestas, el grupo debía realizar una larga jornada más para llegar a Huancayo, donde finalmente podrían tomar un par de días de descanso. Entonces fue cuando la Andre, esta vez alegando motivos de interés profesional, decidió permanecer en La Oroya para inspeccionar la actividad manufacturera de la compañía fundidora que da vida al pueblo.

Poco es lo que hemos sabido de ella desde entonces, pero en su última llamada dijo encontrarse en La Merced, un pueblo oriental del departamento de Junín. Seguramente hay otra fábrica por allá...

El resto seguimos hacia Huancayo, en uno de los más pintorescos tramos de esta etapa. Ayudados por el suave declive de la carretera, logramos establecer un nuevo récord: 122,4 kilómetros en un día. Ojo que es Sierra, y no hemos bajado de los 3.000 msnm.

En el trayecto tuvimos la dicha de probar uno de los más famosos y suculentos platos de la comida tradicional peruana: la pachamanca.

En las entrañas de la tierra, con piedras incandescentes, se cuecen sabrosas carnes de borrego, res y chancho. A esto se le añade papa asada con cáscara, camote, habas en vaina, humitas y el infaltable ají, todo esto cocinado en la misma tierra, y se tiene un abundante y delicioso plato. Hay que decir que es lo mejor que hemos probado de comida típica de la Sierra.

Al final de la pachamanca, las gentiles señoras nos propocionaron un digestivo a base de anís, trato ante el que casito nos quedamos de largo...

Como se va haciendo costumbre, Jose optó por jugar sus cartas en solitario. En un momento dado, tratando de evadir la lluvia, el grupo estuvo separado por varios kilómetros. De hecho, todo el asunto de la pachamanca lo disfrutaron solamente Juan Fer y Mario, mientras Andrés comía trucha enriquecida con plomo un poco más arriba y José degustaba pollo a la brasa, nadie sabe dónde.

Los tres primeros se juntaron poco después, pero Joselito, usando nuevamente el viejo truco del camuflaje con camión, rebasó sin darse cuenta a los demás y misteriosamente fue el primero en llegar a Huancayo, mientras los demás juraban que seguía escampando muchos kilómetros atrás.

Y bueno... No les alargamos el cuento, pues una fiesta llena de huancaínas nos espera. Al parecer, la gente es muy amistosa en esta ciudad.

A continuación, escenas de la vida social:

Escena 1: Muy contentos estuvieron en el recinto de la Compañía de Bomberos Huancayo 30 el grupo de Sudamérica a pedal (de izquierda a derecha: "Gordo", "Turrón" y "Nene") junto con el capitán Wilber Pasquel y sra.

Escena 2: Horas previas a la celebración del onomástico de la srta. Claudia, quien cumple 18 primaveras en el reconocido local licorero de doña Pilar.

Escena 3: Un emotivo encuentro familiar. Guabas "Turrón" Landázuri se encuentra con su gemelo perdido en una transitada esquina huancaína. Junto con ellos, Juan Fer.

Ah, cierto, ya llegaron el Coral y la Carla. Los muy truchas se vinieron pedaleando también desde La Oroya, pero con un día de desface. No hay fotos de Carlita por el momento.

2.446 km recorridos.

Huancayo, 24 de febrero de 2008

5 comentarios:

AAAbikers dijo...

Como ya les había mencionado antes, cada nueva entrada en el blog es un capítulo de novela..
Excelente redacción, digna del libro que deben publicar al finalizar la ruta..

Excelente el record de kilometraje sobre los 3000 metros. Asi parece que van a llegar antes de lo planeado..

Despues de esto el Huayrasinchi o La vuelta al Cotopaxi, es cosa de niños..

Recomendación: mantengan el grupo en la ruta aunque esto signifique pequeños retrasos.

Anónimo dijo...

Debo felicitarlos por tan encomiable hazaña, es un gran ejemplo para la niñez, juventud del Perú, Ecuador sino tambien de todo el mundo jovenes como uds. son dignos de imitar. Gracias por su visita a la ciudad mas alta del mundo cuna del martir de la medicina mundial el Dr Daniel Alcides Carrion Garcia y a la Centenaria y Benemerita Compañia de Bomberos Salvadora Cosmopolita Nº17. me hubiera gustado ser el anfitrion de tan honrosa visita, tambien debo decirles que la union lo puede todo mantenganse juntos siempre, continuen con sus metas trazadas.
LOS BOMBEROS DEL PERU ESTAREMOS PRESTOS PARA APOYARLOS EN TODO INSTANTE.
Tnte.CBP Tomas A. VARA RIVERA
B-17 Cerro de Pasco-Perú

Anónimo dijo...

Los que queremos a los jóvenes ciclistas de Sudamérica a pedal estamos muy agradecidos con todas las personas que los han ayudado. De manera muy especial con el Cuerpo de Bomberos del Perú, que tantas veces los ha acogido, aquí representado por el Tnte. CBP Tomás A. Vara Rivera. ¡Que Dios les pague a todos ellos por su bondad!
Carlos Landázuri, Quito, Ecuador.

Anónimo dijo...

Hola mis amigos, les Saluda Kleber Armijos desde Machala y les deseo el mayor exito en su travesía, de verdad que toda la información que suben al blog es digna de un libro, sigan adelante, no desmayen y espero que pronto nos estemos viendo Victoriosos y con el objetivo cumplido acá en Ecuador, Suerte Muchachos...

Anónimo dijo...

Espectacular!!!

Felicito sus vivencias, humor, amistad, alegria....

Como le acolito al Fido?

Avisen y le mando plata!!!

Xavier
xavdes@aol.com