martes, 25 de marzo de 2008

Se acercan Bolivia y los 4.000 kilómetros... so what?

La salida de Cusco fue lenta y perezosa. Más que descansados, todos teníamos una severa resaca moral y física. Sin embargo, una vez fuera de la ciudad volvimos a conectarnos con la onda del viaje y nos sentimos aliviados y contentos por no tener que presenciar más el descuelgue de nuestros ahorros debido a tanto turismo.

Las bicicletas, gracias a Edy (un mecánico de Cusco un poco despistado pero bastante hábil), volaban como si fuesen nuevas. Eso, sumado al buen estado de la carretera y a los nuevos bríos que tomamos con tanto "descanso", nos permitió avanzar muy rápido en las primeras etapas.

Todavía cerca del Cusco, tuvimos un placentero encuentro con Carlitos, solitario ciclista argentino de la provincia de Entre Ríos, que venía pedaleando desde Jujuy, por toda Bolivia (siguiendo la ruta que nosotros seguiremos en el próximo mes), con rumbo a México. El tipo era muy canchero y parecía estar muy contento de encontrar gente en su mismo patín con la cual hablar y compartir experiencias. De hecho, nos sugirió varios lugares para conocer en la Argentina y hasta trató de entusiasmarnos con una nueva ruta: dirigirnos por las provincias norteñas de Argentina para llegar a las cataratas de Iguazú en lugar de continuar hacia Mendoza.

Si tal cambio se confirma, serán informados...

El primer día dormimos en una pequeña escuela de Quiquijana. Se nos complicó un poco conseguir hospedaje, pero, como siempre, finalmente logramos acomodarnos de a gratis. Lo notable de la noche fueron unas constantes y misteriosas llamadas de parte de un personaje argentino un poco ronco que preguntaba por uno de los integrantes del equipo, pero todo ello fue tan confuso que en realidad no podemos ofrecer mayor información...

Al siguiente día continuamos rumbo sur-este hacia Sicuani, un distrito bastante poblado donde una vez más los bomberos nos recibieron con los brazos abiertos.

La ciudad estaba en pleno fervor de Semana Santa, y por ende todo tenía un aire santificado. Menos nosotros, claro... siempre con la lujuria insatisfecha en las venas. Lo que ven a continuación no es montaje. Mala suerte que tal momento de iluminación no nos haya hecho arrepentir ni un poquito de lo vivido.

Con todo, parece que la Semana Santa se vive de manera muy parecida a lo que se vive en el Ecuador: procesiones por todo lado, misas, ayunos, películas sobre la vida de Cristo día y noche en todos los canales, etc. Con nuestros amigos los bomberos tuvimos la oportunidad de asistir a una bendición especial.

De Sicuani emprendimos el ascenso al último paso elevado que tendríamos que atravezar antes de entrar al famoso altiplano: los páramos de La Raya. Fíjense: como a los pasos elevados acá en el Perú se los conoce como "abras", en la punta del páramo, además de espectaculares paisajes, encontramos un cartelote que decía "ABRA LA RAYA". Así como lo leen. Los que no se estén carcajeando en este mismo momento, pues no son de los nuestros...

En fin, antes de tal regocijo de altura (pues dicha abra se encuentra a los 4.330 msnm), tuvimos un par de encuentros peculiares.

El primero fue con un gemelo perdido del Juan Fer "la alpaca" Dueñas. Helo aquí:

El segundo fue más emocionante. Cruzamos camino con Christian y Claire, un quiteño y una gringuita (o gringota, más bien) que venían recorriendo en bicicleta nuestro mismo itinerario, pero en sentido contrario. No solo eso: ellos habían salido de Santiago de Chile y llevaban marcados casi 3.500 km, mientras que nosotros, habiendo salido de Quito, marcábamos lo mismo. Se trataba de un encuentro casual justo en la mitad de ambos viajes.

La emoción de percatarnos de tal hecho, más la causada por escuchar en otras bocas expresiones del tipo "qué del puktas!", "chucha, loco!", "esos manes sí te acolitan...", "de leyzazo en Quito nos vemos pa chuparffff!", etc. hicieron del encuentro una experiencia muy divertida y llena de energía.

Saludos a ese par de tigres viajeros y suerte en el resto de su trayecto!!!

Una vez que atravezamos La Raya, entramos en una zona bastante distinta a lo que habíamos visto hasta entonces. Los paisajes de montaña nos dejaban sorprendidos conforme íbamos entrando al gran altiplano andino que se extiende entre Perú y Bolivia. Además de eso, la cercanía de algunas montañas nevadas volvió el trayecto sorprendente y muy placentero.

El que más disfrutó el paisaje fue Charlie, el más varonil y macho del grupo. A continuación, una foto:

Ese día, para cerrar con broche de oro, llegamos al hermoso poblado de Santa Rosa. Ahí trabamos amistad con doña Ruth, una señora muy amigable que nos ofreció comida típica de la Semana Santa (sopa de leche, revoltijo de fideo, arroz con leche, agua de manzana, etc.) y nos ayudó a conseguir hospedaje. A fin de cuentas, quien terminó por resolver nuestro problema de alojamiento fue el padre Pablo, un sacerdote norteamericano afincado ya por varios años en la sierra del Perú. Gracias a él dormimos casi gratis en un hostal sumamente cómodo y agradable.

Doña Ruth y su familia también nos prepararon el desayuno y estuvieron presentes para despedirnos y desearnos suerte.

De ahí en adelante, casi todo el trayecto se lo ha hecho al interior de este gran altiplano al que recién estamos empezando a explorar. La facilidad de este nuevo relieve nos ha permitido relajarnos un poco y avanzar con relativa calma.

Hasta hemos tenido el tiempo necesario para organizar simulacros de unidad grupal y buena convivencia como el que se muestra a continuación:

Tampoco ha faltado uno que otro cartel frente al cual no hemos podido evitar caer en sesudas contemplaciones filosóficas.

De Santa Rosa pedaleamos más de 100 km hasta la pequeña comunidad de Calapuja, la cual nos recibió con "full buen ambiente": un grupo de profesores que festejaban entre copa y copa el cumpleaños del director de la escuela local nos prestó un aula para que durmamos. El chistecito nos costó 10 soles, por motivo de un "cariñito" del que no recibimos ni una gota, pero al menos estuvimos bajo techo... El festejo de nuestros querido anfitriones se extendió toda la noche al ritmo de huaynos y bailes, todo lo cual presenciamos de lejitos, algo molestos por no poder dormir a causa de la bulla, y envidiosos por no poder participar del jolgorio.

Finalmente, luego de pasar por la desordenada y revoltosa ciudad de Juliaca, llegamos a la ciudad de Puno tras contemplar por primera vez las aguas del enorme lago Titicaca.

Con la llegada a Puno, el grupo se vio forzosamente dividido entre machos y hembras. Por un lado, los aguerridos e insensibles Andre y Charly se adelantaron sin piedad y arribaron temprano a la ciudad, tal como estaba planeado. Ahí consiguieron alojamiento donde los bomberos, como es costumbre. Pero solo lo consiguieron PARA ELLOS.

Las hembras (Nene, Gordo, Turrón y Drunken Rat) se retrasaron varias horas con pretexto de admirar las florecillas del camino y preparar ciertos souvenires virtuales del tipo "romantic garbage" destinados a sus machos que ellas creen que las esperan en Quito y en otras ciudades. Esa sesión muy poco de kamikaze latino les costó la pernoctada en el cuerpo de bomberos. Por suerte, el IPD (Instituto Peruano del Deporte) los acogió en los camerinos del estadio local.

El siguiente día, que era de descanso, lo aprovechamos para ir a conocer las famosas islas de los Uros, algo así como enormes embarcaciones flotantes, hechas de totora, sobre las que viven numerosas familias del sector. Esta costumbre antigua ahora sobrevive gracias al turismo, pues todos los días llegan propios y extraños para conocer esa peculiar forma de vida, comprar artesanías y comer truchas de lago.

Un breve paseo en una embarcación de totora terminó en chapuzón en las frías aguas del Titicaca. Los únicos valientes fueron la Andre y el Guabas. El resto, rompiendo flagrantemente las normas básicas del kamikaze latino, permanecieron acobardados en el barco.

Para terminar, sin cansarlos más, los dejamos con las habituales escenas de la vida cotidiana.

Escena 1: Parada de descanso en pueblo paradisíaco.

Escena 2: Geisha andina demuestra sus habilidades a los amables campesinos del sector.

Escena 3: Kamikazes latinos se tornan débiles cuando piensan en sus machos. Hora de la mariconada auspiciada por el "petit comité".

Escena 4: Flower power. Grupo Pop-rock-latino revelación.

Escena 5: Gladiador de totora entrena con una red de pesca, a la usanza de sus ancestros uros.

3.701 km recorridos.

Puno, 24 de marzo de 2008.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Así, pues, se acabó el inmenso Perú, que en Piura -parecería apenas ayer- se pintaba como imposible de cruzar. ¡Felicitaciones! ¡Y los mejores deseos para lo que viene!
Mi mapa de Bolivia no es tan bueno como el de Perú, pero servirá lo mismo para seguirlos paso a paso...
¡Ánimo y buena suerte!

Maga dijo...

Lo bueno de esperar tanto por el ansiado post desde el Cusco fue que llegó antes de lo pensando este nuevo post fronterizo!

Leer el blog nos ofrece una especie de alegría conjugada con morbo y sana envidia. Desde Ecuador y otras latitudes que ni se imaginan tienen una cantidad de seguidores que los apoyan en la aventura!

Mucha suerte a todos y fuerza pa seguir adelante!

Gaby

Jose dijo...

Mis queridos amigos:

Les mando un abrazo a la distancia, al mismo tiempo que les agradezco mucho por la amistad y el apoyo durante la etapa que compartí con ustedes.

Con sana envidia sigan adelante con fuerza y corazón.
Joselito.

anamaria dijo...

me encanta leerlos...
que de aqui vienen unos paisajes indescriptibles y lo mejor de todo su economia se los agradecerá
desayunos de 0.30ctvs!!
asi que aprovechen todo lo bakan que les ofrecerá Bolivia
toooooda la buena vibra pa ustedes en su hermoso trayecto
anamaria & anapaula

Frank Fuentes dijo...

excelente aventura la q se estan haciendo muchachos mucha suerte y valor!!.... hasta el final...