domingo, 9 de marzo de 2008

Me canso más chateando

ADVERTENCIA: En respuesta a un gran número de comentarios dentro y fuera de este blog, el grupo de Sudamérica a pedal desea manifestar que los criterios vertidos en esta bitácora virtual son producto de las mentes alucinadas y torcidas de todos los miembros que componen la expedición, o al menos de los que aparecen al momento de redactar las aventuras. Dicho de otra manera, el Guabas solamente funge de secretaria, controlando pormenores gramaticales y ortográficos, pero el contenido del blog es de producción grupal.

Por otro lado, a partir del último ascenso del rating y de los jugosos comentarios recibidos, hemos podido percatarnos que lo que a ustedes les gusta, querido público, es el cochino morbo. La cantidad de desnudos y estupideces mostrados en los siguientes capítulos de este blog dependerá directamente de la cantidad de comentarios recibidos, sean éstos positivos o (mejor aun) negativos.

Mil gracias a los que nos apoyan con comentarios. A los demás: Yaffff... comenten!

Por fin una etapa de suaves planicies y relajados prados, con bellos paisajes tan amigables que nos invitaban a contemplar la calma del romántico Perú...

Ni verch!!

Seis días de interminables cuestas y bajadas insufribles. Por lo menos tres jornadas que se alargaron hasta el anochecer. Innumerables cañones tan profundos que solo al verlos nos recordaban lo bajo que puede caer nuestro ánimo. Piedras y lastre a cucharadas. Caídas. Decepciones. Tendinitis. Hambre. Suciedad. Mal olor. Malas noches. Shocks. Stresses y demás...

La etapa entre Ayacucho y Abancay ha sido de las más largas y extenuantes de todas.

Pero vamos por partes. En Ayacucho, la Compañía de Bomberos número (no me acuerdo), en la persona de nuestro querido amigo Francisco el bombero atómico, nos despidió con mucha alegría, no sin antes reiterar advertencias, al más puro estilo del amarillismo peruano, acerca de la bravura y el peligro de la zona que estábamos por atravesar. Quizá eso fue lo que nos mantuvo unidos a los tiempos... al menos por un par de días...

Parecía que todo iba a ser felicidad: el clima prometía ser bueno, los ánimos se habían distendido con el descanso de dos días en Ayacucho, el grupo estaba finalmente unido y todos nos sentíamos al fin como un equipo, al punto que bailábamos de alegría en las verdes praderas de los páramos ayacuchanos. A continuación, detalle de reaggetón andino sobre llanura de pintoresco cultivo desconocido propio de la zona:

Sin embargo, el rebelde Jose Loza no iba a permitir que la armonía reine en este ocurrido grupo. Bajo concepto de disputa generacional (del tipo de: "no somos de la misma leva, chúcaros"), y pretextando la oferta irrepetible de un pasaje aéreo de vuelta a su llacta, el susodicho hizo la guasada de quedarse en Ayacucho medio día más mientras los sufridos chucaritos continuaban con el recorrido.

A la mitad de una tremebunda subida que nos llevaba a Tambillo, Joselito, arrepentido por su bajo accionar, decidió alcanzar al grupo (sin por eso sensibilizar su bolsillo) y contrató los servicios de un mototaxi (remedo de carreta motorizada) para que lo llevase, por el módico precio de 30 soles, hasta donde los demás se embutían un agachadito de la zona (para hacer tiempo) a la vera del camino.

Ya que no tenemos foto del suceso, les va resumido: el tipo ponchó, pero no su llanta, sino la del mototaxi. Luego se dedicó a farandulear con los campesinos del sector que lo invitaron a comer y colaboraron para solucionar el problema del taxi, llegando finalmente en camión a donde estaba el resto del grupo. Para entonces, ya habíamos roto un nuevo récord: algo así como 10 km en toda la mañana. Ese chistecito y otros más que no merecen ser contados nos obligaron a pedalear ese día hasta altas horas de la noche.


Por suerte, mientras la mayoría se dedicaba a lidiar con una serie ininterrumpida de percances, Juan Fer y Andre se habían adelantado hasta el poblado de Matará, donde una amigable familia se ofreció a prepararnos algo de alimento y conseguirnos un lugar para dormir.

Todo eso nos había dejado una lección: debíamos salir mucho más temprano todos los días para poder aprovechar la luz y así evitar las pedaleadas nocturnas y el stress por falta de tiempo.

Resultado: al día siguiente iniciamos el viaje a las 9H30 de la mañana y llegamos a Ahuayro (al fondo de otro inmenso cañón pasadas las 9 de la noche, cantando el Himno a la Dolorosa y pasillos varios (entre otras cosas). Rudos mismo somos...

Otra familia buena onda fue la que nos salvó de la inanición y el cansancio.

Habría mucho por decir de ese par de días y de ese par de cañones que atravesamos. Podríamos decir que nuestras mentes aturdidas han bloqueado el recuerdo de ese par de aciagos días, pero la plena es que no tenemos fotos, así que ya nada. Esa parte imagínensela como más les plazca.

Esta última foto corresponde al tercer día luego de nuestra salida de Ayacucho, en la mitad de un nuevo ascenso endemoniado que emprendimos luego de Ahuayro hacia los páramos de Uripa.

Otro récord memorable: 30 kilómetros en un día. Nada más. En nuestra defensa debemos decir que todito ese tramo fue de pura subida. El camino, como ya es costumbre, piedra y lastre. El sol se puso fuerte a los tiempos. Además, decidimos quedarnos en Uripa porque nos advirtieron que no habían más pueblos cerca, y que si continuábamos subiendo tendríamos que acampar en la altura.

Nos salvamos: poco después de instalarnos en la comisaría local (gracias a la gentileza de los policías) se desató un tremendo aguacero con granizo que convirtió en río a gran parte del pueblo. De haber subido más, otra sería la historia.

Se preguntarán que onda con la foto esta...

Bueno, al día siguiente, luego de atravesar el temible páramo que a la larga no resultó gran cosa, Joselito y Mario volvieron a hacer yunta. Y de nuevo demostraron que juntos son un peligro (por no decir más). Animados por un mezquino sentimiento de rivalidad y hasta de posible odio, el dúo dinámico se enfrascó en una vertiginosa competencia de downhill que terminó con ambos de geta en el lastre.

Marito simplemente no sabe controlarse con las curvas. En una de ellas perdió la cabeza y con ella el control de la bicicleta. El resto fue inevitable. Joselito, sin querer ser opacado por la estrepitosa actuación de su rival, optó por pasarle por encima con bicicleta y todo, pero acabó más maltrecho que su compinche, con dolorosas estigmas en ambas rodillas y un severo sentimiento de frustración.

Por suerte las bicicletas quedaron intactas.

Ni se imaginan los paisajes de esta parte del trayecto. Las modestas muestras que podemos ofrecerles con nuestras cámaras no son ni un pálido reflejo de la realidad. El hecho es que pedaleamos todo el tiempo con la boca abierta.


Quizá el majestuoso paisaje, combinada con la continua amabilidad de la gente, fue lo que nos tuvo pedaleando durante esos duros días.

Sin embargo, nada de eso evitaba pinchazos y demoras de todo tipo. Uno viaja como en un sueño, pero cada que la bici se pone a rechinar es como el ronquido molesto que te despierta del apacible sueño.

Finalmente, gracias a la promesa de un corto trayecto en pavimento (que une la población de Talavera con Andahuaylas), llegamos a las 20H00 con la lengua afuera, recién dispuestos a almorzar. En Andahuaylas fuimos unas vez más recibidos por nuestros "ángeles rojos", los cuales nos proporcionaron camas y a los tiempos tuvimos el placer de probar una duchita caliente, que fue como volver a la vida. Para ese entonces seguíamos con la incertidumbre de lo que estaba aconteciendo en nuestra querida llacta, debido a una muy publicitada incursión del ejército colombiano, de la que ustedes deben saber mejor que nosotros... o no?

Al siguiente día, más por el cansancio que por la amena conversación, degustamos un suculento desayuno, tan bueno que nos tomó varias horas digerir. Entre discuciones de cuál sería la ruta más aconsejable a seguir camino a Abancay, salimos finalmente a las 10h30 (nuevo récord). Durante la subida de ese día nuestros cansados cuerpos y mentes aturdidas se encotraban perdidas en pensamientos repetitivos y canciones pegajosas.

Llegando al desvío que conduce a la laguna de Paccucha (que finalmente fue elegida), Andreita nuevamente hizo de las suyas. Alegando esta vez falta de grasa corporal, decidió subirse a la camioneta. Así como lo leen y sin tantita pena. Aparentemente, fue una decisión acertada, ya que la comunidad indígena del lugar, apenas vio el magro y maltrecho cuerpo de nuestra querida compañera, se encargó de mimar a la "gringuita" con una sobredosis de habas, papa y queso. A continuación, mostramos la gráfica del proceso de engorde...

Mientras tanto, el resto del grupo continuó hacia la laguna de Paccucha en donde, debido a la belleza del paisaje y pinchazos varios, decidimos hacer una sesión de fotos.

A continuación podemos observar a gringa practicando deportes extremos sobre fondo lacustre de incomparable belleza...

La pereza seguía al grupo como sombra y nos demoramos más de lo debido en cruzar la planicie que alberga la mencionada laguna. También influyó en la demora la breve sesión de fotos publicitarias, de la cual les ofrecemos una pequeñísima muestra a continuación (a los años que nos acordamos que tenemos auspiciantes...)
Más allacito, una nueva desición conmocionó al grupo. Dos caminos se abrían frente a nosotros. Seguiríamos por la cuesta o por el planito? Nadie dudó en su interior acerca de la opción favorita (el planito, claro), pero en ese punto hicimos lo único que podíamos hacer: confiamos en las indicaciones de la gente y emprendimos la subida.

Ya empezamos a flaquear, pero la recompensa vino rápido. Junto a un conjunto arqueológico que recordaba la presencia del pueblo chanka en esta región (una bola de losers que fueron azotados por los papis de todos: los incas), la vista de un impresionante cañón lleno de fallas geológicas y demás (según explicó nuestra geóloga, la másper... C. Pérez) nos llenó de ánimos y buen humor.

Debimos cruzar como cabras un pequeño camino que nos conectaba con el ramal principal de la vía a Abancay. Un breve episodio de tintes trágicos estuvo a punto de consumarse sino hubiera sido por los gritos de unos campesinos que evitaron que "el despistado" Perkins Salvador se largase por un camino alterno que conducía al fondo del cañón. Hasta ahora no sabemos si la ayuda de los lugareños nos benefició o perjudicó.

Una estrepitosa bajada nos escupió en un pequeño pueblo llamado Quillobamba, donde una tropa de madres junto a un escuadrón de rapazuelos nos recibieron en un comedor comunitario. Allí nos sentimos vacas tragando yuyo (hierbas varias sazonadas con ajo, cebolla y comino) y masticando un montón de arroz para acompañar. Eso nos salvó del hambre.

Los mencionados rapazuelos se animaron en demasía con nuestra presencia y pugnaron desesperados por obtener algún recuerdo. Los pocos stickers que aún nos sobraban nos sacaron del apuro. Estamos seguros que la mayoría de ellos ya forman parte de la basura del camino, pero bueh... hay que promocionarse como sea.

En la mitad de "la loma de al frente" se encaramaba el centro poblado de Matapuquio. Ahí conseguimos que el alcalde nos abriera las puertas de la casa comunal y nos prestase un cuarto para descansar. Toda la gente del pueblo salió a conocer a los "gringos" turistas y no paró de observarnos por varias horas. Imaginamos que la impresión de asombro que ellos tienen de nosotros es tan viva como la que nosotros tenemos de estos cañones, estos caminos y estos pueblos tan sorprendentes.

En fin, ya nos vamos cansando como siempre, así que, para no alargarles el cuento, ahí dormimos y comimos, y al siguiente día continuamos ascendiendo para cruzar al siguiente cañón que nos esperaba del otro lado.

Casi en la cumbre de la puna, la euforia y creatividad se expresaron espontánemente en un grotesco baile post-moderno bautizado como "Andean breakdance in the clouds".

Con esos ánimos enfrentamos un nuevo descenso interminable, esta vez hacia el ansiado pavimento al que no habíamos disfrutado desde hace mucho.

El "ansiado pavimento", sin embargo, resultó terrible: una subida agotadora de cerca de 18 km para finalmente llegar a Abancay, capital del departamento de Apurimac y sede de nuestro nuevo descanso. Lo bueno es que llegamos en pleno carnaval, y gracias a nuestros amigos de siempre, pudimos disfrutarlo a plenitud.

Ya no damos más escribiendo...

Los dejamos con la tradicional sección de escenas de la vida cotidiana.
Escena 1: Bomberos abanquinos en cumplimiento de la ardua labor. Los acompaña un ser mitad hombre mitad simio.

Escena 2: Tres apuestos bomberos de la localidad listos para enfrentar las temibles vicisitudes del carnaval. "El Turro", "el Neno" y "el Bobo". Cualquier parecido con miembros de Sudamérica a pedal es pura coincidencia.

Escena 3: La fiesta prometía mucha acción. Cholas abanquinas muestran sus sexis enaguas en coqueta postura. Los viajeros babean ante tremendas pantorrillas (aunque últimamente babean por cualquier cosa).

Escena 4: La fiesta sube de tono. El tema de la comparsa recordaba ligeramente un típico viernes en la Mariscal: "Nos disfrazamos, nos hacemos bestias y nos azotamos hasta la inconsciencia..." Uno se sentía como en casa.

Escena 5: Golpe tras golpe, la celebración va degenerando en puro caos. La violencia ya no respetaba ni género ni edad. Nótese el bulto apaleado que yace tras los fieros combatientes.

Escena 6: Sobrevivientes de la golpiza exhiben sus trofeos con contento.
Escena 7: La fiesta está por terminar. Siempre hay unito que, bien o mal, consigue algo.

Escena 8: Fin de la fiesta. Mañana seguimos pedaleando.

3.028 kilómetros recorridos.

Abancay, Perú, 9 de marzo de 2008.

14 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Dios mío! ¡Tres mil kilómetros! ¡La mitad del viaje! ¡Felicitaciones!
El Cuzco, que un día fue el hombligo del mundo, está ya al alcance de la mano. Me parece que llegarán justamente el 13 de marzo, a los dos meses exactos de su recordad partida de Quito. ¡Que les siga yendo bien y que sigan hallando las fuerzas para continuar pedaleando!

Carla dijo...

Hola chicos, genial como siguen avanzando a pesar de los contratiempos ciclisticos, y guacsadas que se pegan pero genial sigan adelante, disfrutando de lo que estan haciendo.
Mucha suerte que Dios les bendiga.

Carla

AAAbikers dijo...

Despues de las que cuentan ustedes, nosotros acá seguimos buscando montañas cercanas a las que podamos trepar en medio día.

Nos sacamos la mugre trepando por empedrados inclementes, ponemos en riesgo las joyas de la familia, nos sentimos contentos por lo que logramos y entonces volvemos a leer las de "Sudamerica a pedal" y.. claro quedamos como el Cuy..

Vamo a dale !! muchachos...

Ta gueno eso de acordarse del .. "Madre mia dolorooosa.." en medio de las vicisitudes.

Anónimo dijo...

Adelante muchachos,

Muy bueno este sitio blog, y las fotos estan para National Geographic con tanta bestialidad presente!!

Adelante, suerte!!

Vince Serrano

Anónimo dijo...

Primero lo primero: Guabas, las féminas claman por tu presencia! Del resto de guasos, no me preguntan ni los nombres...

Yo también me declaro fan asiduo de la novela bloggera y envidioso empedernido del viaje. Al lado de esto, Japón no es na...

Saludos a todo el grupo.

Anónimo dijo...

VAaaaaaamosss todavía broders, ánimo no les falta, pero se los mando para que sobre. Abrazos.

Anónimo dijo...

Una pregunta, ¿el regreso tambien sera a pedal? seria chevere verlos por Lima.

Pablo, un amigo del peru

Susana dijo...

Felicitaciones.... lo estan logrando

Anónimo dijo...

Gracias por las hermosas fotos!

Gracias por hacerme reir hasta casi llorar con sus descripciones de las fotos!

Les AMO aunque no les conozco a algunos.

Si que saben VIVIR. Que la Paz y el Amor de Taita Dios les siga acompañando en su diario rodar

Cristina dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

Pero si están dandole a lo bien... vaya ahí, que yo sigo practicando con mi bici de mi casa (tumbaco) a cumbayá y ya no jalo.. jajaja..
Suerte en el resto del viaje!!!

Anónimo dijo...

Efectivamente disfrutamos del morbo y más morbo, ademas de los paisajes, las producciones fotográficas y el agudo manejo de la prosa.

Saludos y sigan ahi con ganas

Anónimo dijo...

Que capacidad !!!

Aunque no los conozco a todos... les deseo muchas aventuras mas!! excelentes comidas... mas alucinaciones... buenas camas... acogida de los pueblos aledaños y sobre todo mas capacidad de hablar y hacer huevad... digo de terminar y redactar elocuentemente sus hazañas. !!

Deberia estar en otra actividad... pero su blog me dio animos a seguir con mi interminable tarea... despues de reirme y disfrutar de sus chocoaventuras!!!

Sigan adelante muchachos de seguro la Dolorosa los acompaña!!

PD: Jose Loza!!! ya me graduo el 25 estaras ya de regreso?? =D Saludos
Paulina Males.

Susana dijo...

Chicos a través de sus vivencias estamos conociendo la cultura de cada rincón de nuestros países hermanos... ya que en los viajes realizados por cada uno de nosotros no ha sido posible llegar a conocer tan profundamente........gracias y mantengan ese ritmo hasta el final