martes, 15 de abril de 2008

De cómo el grupo perdió un miembro, medio cerebro y la serie de eventos que se sucedieron

Hallándose finalmente los incautos en la villa imperial de Cerro Rico de Potosí, fueron inmediatamente condenados a trabajar en la mina según la antigua usanza. Reunieron, pues, los pocos reales que les quedaban y con ello aprovisionáronse de diversas vituallas imprescindibles para soportar la goyesca jornada que les esperaba en las profundas entrañas de la tierra: alcohol de 96 grados (para no perder la costumbre, aunque muchos catadores lo catalogaron "cuatro grados corto"), abundante hoja de coca (planta que los nativos de estas tierras rumean como bestias a fin de sobrellevar los agotadores trabajos), cigarrillos de tabaco con clavo y canela (ofrenda indispensable para "el tío", mítico guardián, amo y señor de las profundidades), varios botellones de refresco (para remojar el gaznate seco por la continua aspiración de partículas minerales y polvo), y mucho valor.

Engañados por las copiosas promesas de riqueza y prosperidad, mucha fue la bravura con la que los peones de esta historia empezaron a trabajar la dura roca cristalizada. Por entre lúgubres y húmedos callejones de interminable oscuridad, que descienden por estrechas galerías hacia la innominia y el olvido (destino común de los anónimos trabajadores que nacen y mueren en estas cavernas infernales), fueron soñando con las brillantes vetas de mineral que recorren como venas el famoso cerro, otrora el más grande tesoro de todo el imperio ibérico.

Ni siquiera las reiteradas y generosas visitas al "tío" (eso sí, evitando la presencia de sus mujeres, pues de lo contrario la Pachamama se enfurecería y no aceptaría la unión con el minero, indispensable para dar a luz el preciado mineral puro) fueron suficientes para que el terrible agobio de tan pesaroza actividad terminara por menguar el espíritu y los pulmones de los valientes mineros. Desesperados y al borde de la inanición, fraguaron un astuto plan para evadir los tiránicos controles de la mina y escapar presurosos hacia la luz del día.

Inmediatamente, fuera del infierno, temerosos de las retaliaciones que habrían de venir, huyeron los prófugos mitayos con rumbo hacia el este, a la blanca y antigua ciudad de La Plata (por estos días conocida como Sucre). Allí la suerte pareció sonreírles por una breve noche, pues trabaron amistad con un acaudalado facedor de puentes que no solo los galanteó y les ofreció compañía en esos duros momentos, sino que además les procuró copiosa bebida de la más fina calidad hasta entonces conocida. Nunca sus paladares habían sentido tal placer y en tanta abundancia.

Sin embargo, tanta gentileza (motivada por intenciones no del todo esclarecidas) terminó por enardecer los espíritus envilecidos por tanto trabajo y esclavitud de los ahora fugitivos. Al romper el alba, percatóse el afligido grupo que uno de sus miembros había desaparecido sin dejar rastro alguno. Quién sabe qué amarguras asaltaron desde entonces el torturado espíritu de esa noble alma. Baste decir que nunca se supo qué sucedió y hasta ahora se espera el retorno de ese tormentoso corazón.

Abatidos por esta nueva trampa del destino, el menguado grupo dedicó la mañana a recuperar sus apocados ímpetus en un populoso mercado de la villa, donde una gallarda doña recibiólos con manjares de sutil sabor y cómodo precio. Luego de ello, aún cabizbajos y meditabundos a causa del exceso de aguas espirituosas que habían consumido la víspera, los mancebos se enrumbaron hacia la afamada Casa de la Libertad, palacio lleno de historia que recuerda antiguas leyendas heroicas que cubrieron de gloria a su pueblo y su gente, bravos soldados al servicio de la revolución y la libertad.

Enteráronse allí que al oeste de la infame villa de su condena (Potosí) existían innombrables riquezas minerales aún no exploradas, en medio de una región poco habitada y muy agreste. Dirigiéronse raudos, pues, a la conquista de ese paraíso perdido, para lo cual viajaron durante tres días con sus noches.

El sino de la mala suerte continuó hostigando a los aventureros, esta vez en forma de una lobotomía parcial y una disentería crónica casi mortal. El mancebo más grueso de los que compone el singular grupo vióse aquejado por fuertes dolores en la parte cervical del cuello. Afiebrado y delirante, fue llevado a rastras a los aposentos de un famoso médico cirujano que habitaba la villa, y éste lo intervino extrayendo una fibrosa pústula que por poco causa la muerte del rollizo convaleciente. Mientras eso acontecía, una de las doncellas que alegra la vida de estos desafortunados infelices se diluía en líquidos espasmos intestinales. Si no hubiese sido por la rápida intervención del llamado "hombre de sal" (alias Copitas), la andina doncella hubiese perecido de deshidratación.

Pasados estos infortunios, los viajeros decidieron continuar en busca de su paraíso rumbo hacia el oeste, hacia la famosa llanura de Uyuni y los remotos parajes casi lunares que conducen hacia una tierra lejana llamada Chile. Tampoco habría de serles fácil este periplo, pues mientras trataban de pasar desapercibidos entre los callejones llenos de carruajes, una mano rápida y sigilosa despojó a uno de los mancebos (especialmente conocido por sus dotes de don Juan... pero de barrio) de las pocas monedas que traía consigo en su morral. Hubieron de solventar esta nueva desventura gracias a la férrea amistad que el grupo de mitayos kitus habían fraguado en las asperezas del camino que los había llevado al suplicio del cerro.
Así, fortalecidos por la esperanza con la que viajaban hacia nuevos mundos, adentráronse a recorrer regiones inhóspitas, peregrinando sin descanso por extensos desiertos salados, unicamente bendecidos por insignificantes oasis de cactáceas que apenas saciaban la sed de los infortunados. Mientras más se adentraban en este extraño mundo de rocas, volcanes y lagunas que cambian de colores, encontráronse nuestros mancebos con numerosos peregrinos de otras culturas y lenguas que, como ellos, buscaban la riqueza perdida en ese desolado y surreal rincón del mundo. En ese mundo babilónico, no faltó ocasión para medir fuerzas y derrotar a una tropa de caballeros de mirada fina venidos desde una isla remota del Asia, tratar de conquistar a un grupo de sirenas de piel nívea y ojos resplandecientes que provenían de las nórdicas tierras de Europa, y hasta pasar horas de horas embelesados por las narraciones y poemas de los bardos bandeirantes brasileños.
Fue así como prosiguió la búsqueda de la riqueza en esos inconmensurables parajes, pero la vana peregrinación tan solo los llevó a perder rumbo en un bosque de rocas arrojadas en medio del desierto por obra de un demiurgo volcánico incognoscible para la diminuta alma humana. Luego de días de recorrer sin fortuna llanuras y quebradas soñadas por tribus de escaladores de roca (cuyo ritual algunos de los infortunados mancebos practicaron con ahínco recordando sus tierras), decidió el grupo volver pasos hacia la villa maldita de donde había partido su ambiciosa empresa.

Clara resulta la lección que les ha enseñado a nuestros viajeros este fragmento de su odisea: hora es de retomar bridas, empacar alforjas, sacar a la luz sus acerados corceles y emprender nuevamente el suspendido viaje que los ha traído a estas altas y lejanas tierras de Potosí, porque no hay riqueza que valga lo que vale el latido de los corazones al son del pedaleo.
Lo que viene será otra historia.

Y otro país...

12 comentarios:

pALo dijo...

Este "capítulo" está una bestia. Las fotos son geniales... nuevamente mi espíritu se emociona imaginándome los parajes por los que andan. Un abrazo grande!

F dijo...

exciting, keep going

Santiago Aguirre dijo...

Muchachos buena onda la aventura
estamos leyendo su blog esta muy ameno y divertido, los parajes ni se diga espectaculares. Suerte en lo que les queda de viaje..y flaco eres uno de mis favoritos tus poses, tu sentido del humor..en fin jajaja

Saludos
santiago Aguirre El Gato y de la Fundacion Ciclopolis

Anónimo dijo...

Cada capítulo de esta que parece novela por entregas es mejor que el anterior. Los seguimos con el mismo interés de siempre.
En un capítulo anterior propusieron que ayudáramos a uno de los gallardos mancebos, que se había quedado sin plata (¡justo ahora que llegaron a la que fue la más rica mina argentífera del mundo!) Algunos ofrecimos hacerlo, pero hasta ahora no nos han dicho cómo. No lo olviden.
Un fuerte abrazo y los mejores deseos,
CLC

Anónimo dijo...

Que lindo planeta carajo. Eso de la foto 13 son así como los ovnis?

Anónimo dijo...

Estimados kamikazes latinos (y por supuesto geishas):

Les felicito por su aventura. Quien les escribe es periodista del Comercio, queestuvo en la rueda de prensa del lanzamiento del proyecto.
La verdad les tengo una sana envidia. El blog está buenísimo. Sigan adelante. Cualquier cosa desde acá estoy a la orden. Mucha suerte y espero que podamos conversar cuando regresen para ver si ustedes mismo escriben algo de su aventura para el mercio.

Muchos saludos

Galo

AAAbikers dijo...

Reitero: Mis alucinados Quijotes de sudamerica a pedal.-

Este blog está fabuloso, que excelente calidad narrativa.

Gracias por estas entregas periódicas de tan genial aventura.

Los seguimos fielmente..

Queremos comprometerlos para hacer una reunion con Uds y los miembros del club de ciclismo del CSG a su regreso...

Es increiblemente motivante para quienes estan en proceso de redefinirse las metas de su vida el descubrir que las fronteras y los objetivos están a la vuelta de un sueño..

Gracias anticipadas.

Gloria dijo...

Chicos, me encantan sus narraciones y envidio sus experiencias. Buena suerte

Anónimo dijo...

Grandes... (loosers)
Bien las pictures... vamos ahí

El Ave

Anónimo dijo...

Lindas fotos!!!! Ánimo y más ánimo!!! No pierdan el buen embale, un abrazo a todos!!
Por cierto AVE: Trabaja y no envidies!

Anónimo dijo...

ese infiernillo si que te quema los hueee...sssosss del frio...diga???
delen panitas y sigan llenando las caramañolas de vino que al volver a ecuador el chistesito se acaba.

salud..hep
tiarinas

Anónimo dijo...

del 15 1l 28 de mayo que es nuestro vuelo estamos en buenos aires. ahi tal vez topamos.

tiarinas