Se acaba el Ecuador

Entre lavadas de cletas y ropa, sueños atrasados y un par de chelas bien merecidas, es poco el tiempo que nos queda para contar algo en esta bitácora. Con todo, aquí les va un resumen de los últimos 5 días, desde que salimos de Guaranda el pasado miércoles 16 de enero...

El descenso a la Costa, antes que una merecida recompensa, fue un trámite bastante doloroso. Seguimos la pavimentada principal desde Guaranda hasta San José de Chimbo, un cantón sumamente pintoresco y "muy andino", por así decirlo. De ahí decidimos continuar el camino por una ruta alterna a la que la gente del sector llama "El Torneado", la cual consistía en atravesar unos páramos bajos por las poblaciones de La Magdalena y El Guayco, para finalmente descender bruscamente hacia Balzapamba, ya muy cerca de la llanura de la cuenca del Guayas.

El camino fue muy divertido de principio a fin, pero una pesada lluvia, combinada con el fino polvo del camino y el inusual peso de nuestras bicis, tornó a nuestras zapatas de freno en pastillas de jabón. En pocos kilómetros ya casi no podíamos frenar, y tuvimos que bajar muy (MUY) lentamente para escapar de las caídas. No todos escapamos, claro. La bajada era tan brusca que apenas podíamos avanzar unos pocos kilómetros hasta que nuestros dedos no soportaban más el dolor. Y así transcurrió la mañana y parte de la tarde.

Cuando llegamos a la parroquia de Balzapamba, estábamos completamente enlodados, empapados y agotados. El alivio de haber salido del difícil descenso, sin embargo, nos llenó de alegría y satisfacción por lo cumplido. Ese día bajamos un poco más (ya por pavimento) y dormimos en Montalvo, en un pequeño garaje que los bomberos nos prestaron gentilmente.

Los días después de ese han sido bastante menos agitados, aunque la lluvia nos ha querido acompañar en un par de ocasiones. De Montalvo avanzamos hasta Milagro, donde nos recibió un peculiar ciclista (Vicente Humberto), dueño de una bicicleta tuneadaza (con radio y luces hasta en las ruedas), quien nos guió hasta las instalaciones de la Defensa Civil. Ahí dormimos.

Al siguiente día logramos llegar a Naranjal, pedaleando los últimos kilómetros en una fuerte lluvia que resultó muy refrescante. También ahí nos esperaban: Una familia que nos había visto en la prensa se acercó a preguntarnos acerca de nuestro viaje y nos llevó hasta las puertas del Cuerpo de Bomberos, nuestros eternos salvadores.

Algo bastante especial ocurrió ese día: en el camino nos cruzamos con un grupo de 3 ciclistas que venían pedaleando desde la Argentina. Pasaban por la costa del Ecuador en su rumbo a Quito y tenían planeado dar la vuelta entera a Sudamérica para regresar a Buenos Aires por Brasil. Lo más sorprendente fue que ellos ya sabían de nosotros y esperaban encontrarnos en la ruta en cualquier momento. Al parecer, somos más famosos de lo que creemos. YEAH! Debido a nuestro apuro y torpeza, no pudimos conversar largo con ellos, pero Mario se portó más pilas y los hizo detener. Él nos contó varios detalles de su viaje que ellos le contaron con más calma. Un gran abrazo a esos colegas y mucha suerte para que completen su gran recorrido, ése sí digno de llamarse "Sudamérica a pedal". Si alguien puede y sabe de ellos, acolítenlos. Nosotros tenemos sus mails por si quieren contactarlos.

En Naranjal llovió durante toda la noche, por suerte, pues el cielo parecía haberse secado para el día siguiente, jornada en la que llegamos a Machala. El mejor de los recibimientos lo hemos tenido aquí. Kleber Armijos, familiar de Santiago (alias el Conejo, uno de nosotros), nos abrió las puertas de su casa para que pasemos dos noches invadiendo su sala y su patio con nuestras cosas. Un inmenso saludo y agradecimiento a él y su novia María Elisa, por todo el gran apoyo que nos han dado.

En Machala hemos descansado un día, en el cual conocimos la hermosa playa de Jambelí, a una media hora de distancia en lancha. Muy recomendable, por cierto...

578 km recorridos hasta ahora.

Machala, 21 de enero de 2008.